Antes
de que empiece a leer esta columna quiero que haga una abstracción acerca de la
persona sobre la cual escribo. Podría decirse que me referiré a cualquier
jugador de fútbol, aunque, viéndolo bien, voy a hablar sobre uno de esos
jugadores geniales que, de vez en cuando, hace parir para el fútbol la madre
tierra.
No hay,
pues, un nombre propio para esta historia.
Ahora
sí … comencemos.